Toda la inconformidad de ese espacio dejo de existir cuando me abrazaste y acariciaste sin pensar. Paso de ser algo insignificante a algo especial envuelto en el temor generado por los observadores. Sin embargo, seguíamos ahí, el uno contra el otro. Mi cuerpo vibraba y mi corazón latía fuertemente. No dejaba de cuestionar esa sensación que producía tu presencia, que generaban tus brazos al rodear mi cuerpo.
Tuvimos ese poder oculto que hizo de ese momento algo muy especial.
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